Una reflexión de un Psiquiatra Pediátrico, me llego por correo y la comparto, estoy de acuerdo con casi todo, aunque no soy padre creo que tiene razón, en lo personal mi madre nos repartia trabajo (aunque mínimo porque casi todo lo hace ella) a todos por igual, uno los trtastes otro barrer, etc. y hoy veo que eso quedó en desuso, pero mejor leanlo....
Estamos criando vagos"... Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela. Se levantan irritados pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono o conectados a la Internet. No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con "arreglar algo en el hogar". Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles "defectos" a sus padres a los cuales acusan a diario de que "están pasaos". No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo. Hay que darles su "semanal" o mesada de la que se quejan a diario porque "eso no me alcanza". Si son universitarios siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es que regresarán con un embarazo o habiendo fumado un pito de marihuana. Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el dia en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles. Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 14 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza. ¿En que estamos fallando? Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevábamos al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o teníamos un pequeño salario en la Iglesia en donde ayudábamos a oficiar la Misa cada madrugada. Lo que le pasó a nuestra generacion es que elaboramos un discurso que no dió resultado: "¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!". Nunca conocieron la escasez, se criaron desperdiciando, a los 10 años ya habían ido a Disney World dos veces cuando nosotros a los 20 no sabíamos lo que era tener un pasaporte. El "dáme" y el "cómprame" siempre fué generosamente complacido y ellos se convirtieron en habitantes de una pensión con todo incluido que luego queríamos que fuera un hogar. Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa "se les aprieta" en su nueva vida. Los que tienen hijos pequeños pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar. Las hembritas deben desde temprano aprender a lavar, planchar, cocinar para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser mas difíciles. La musica metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó. Estamos compelidos a revisar por los resultados si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante. Ojala que este mensaje llegue a los que tienen "muchachos chiquitos" pues ya los abuelos pagaron la transición... Dr. Cesar Mella, MD Médico-Psiquiatra Pediátrico |
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