Hoy tuve la oportunidad de asistir a una conferencia ofrecida por Richard Stallman, iniciador del movimiento de software libre, y aprendí dos cosas muy importantes: la diferencia entre Software Libre y Código Abierto; y que la próxima vez que me refiera al sistema operativo GNU/Linux Debo llamarlo justamente así, y no simplemente Linux. Ahora me explico:
Software Libre y Código Abierto para un usuario como yo, regularmente parece lo mismo, y segun Richard Stallman los medios masivos se han encargado de desaparecer la mención a Software Libre, decantándose por la segunda; pero es más bien una cuestión filosófica, mientras que el movimiento de Software Libre se interesa en las libertades del usuario de modificar el código y cumplir con lo que El Dr. Stallman llama las 4 libertades, siendo una cuestión mas de ética; el Código Abierto se enfoca más en el acceso al código y la usabilidad de los programas, más pragmático, sin entrar en dilemas éticos.
Pero ¿cuáles son esas cuatro libertades? Las enunció así:
0.- Que el usuario pueda codificar sus programas.
1.- que el usuario pueda leer el código fuente y cambiarlo acorde a sus necesidades.
2.- Que pueda hacer copias exactas del programa como se recibió para distribuir.
3.- Que pueda hacer copias de las versiones propias para regalar o vender, distribuir, como lo desee.
Él opina que cuando el software cumple con estas cuatro condiciones es un software libre y así tienen el control del mismo, de lo contrario el software es el que tiene el control del usuario. Y genera un sistema de poder injusto y es cuando lo llaman privativo. Y refiere que el software libre debe ser un derecho fundamental de la humanidad.
Software libre no es igual a software gratuito, o no necesariamente tiene que ser así. En los países de habla hispana hemos confundido el término debido a la ambigüedad de la palabra “free” en el idioma inglés. Sin embargo que se venda un software no quiere decir tampoco que no sea libre.
El problema con el software privativo es que una vez que ya nos ocultan el código, comienzan a incluir funcionalidades más “malévolas” para ganar más dinero, desde espiarnos, vender nuestros datos, preferencias, conocer ubicaciones, etc.
Y de esto no se salva nadie, Apple, Facebook, Google, Microsoft, todos nos espían y tienen en sus programas y servicios puertas traseras universales, para actuar a conveniencia. Incluso algo que pudiera ser tan inofensivo como un lector de libros, envía información a sus servidores (Amazon) incluso si el libro que estés leyendo no lo hayas adquirido en su tienda oficial.
No usa ni recomienda el uso de smart phones, ya que tanto iOS como Android tienen puertas traseras para colectar información si se deseara; se le pregunto si hay algún software libre para éstos y dijo:
“Si y no, ya que ya hay un software libre desarrollado que puede impedir que te espíen a nivel aplicaciones pero no puede acceder al software privativo del procesador que usa el módem y el micrófono con los que se comunica por radio con el proveedor del servicio telefónico” o sea que siempre nos están escuchando y de ser necesario pueden acceder a esa información.
Otros son los productos “atados” como Fitbit o algunas cámaras de seguridad que te obligan a que te registres con el fabricante para poder usarlos y la información necesariamente pasa por sus servidores.
Entonces ¿Como se hace un software libre?
Se requiere una licencia que otorgue las 4 libertades al usuario, de las que hablamos anteriormente; otorgada por el creador de ese software, pero es importante que sea claro y que la licencia esté al Inicio y al final del código fuente. Para evitar que se mal interprete.
Hay 2 tipos de licencia de software libre:
1 Las débiles: que simplemente dicen haz lo que quieras con mi código (ejemplo: Apache pero esto resultó en abuso por parte de algunos como IBM)
2.- La creada por él: copy left. Que otorga las 4 libertades pero con una condición, que la distribución sea respetando la misma licencia y el mismo código fuente.
Sobre porque debe llamarse GNU con Linux mencionó que ellos desarrollaron el sistema operativo GNU y estaban trabajando en el kernel, pero en 1992 el kernel de Linux se hizo libre por lo que decidieron incorporarlo y ahí comenzaron las distintas distribuciones que hoy conocemos simplemente como Linux lo cual es injusto ya que no mencionan el componente más grande del sistema operativo que es GNU.
Mencionó otros temas como que tampoco recomienda el software como servicio ya que terminas dando toda tu información a la empresa que te proporciona el servicio y puede cambiar las condiciones sin tu consentimiento o usar, vender, compartir, etc. tus datos un atentado a la privacidad.
Recomendó que si quieres ser un buen programador tienes que leer mucho código bueno (fuente recomendable el software libre) y comenzar a hacer pequeñas modificaciones a ese gran software, escribir mucho código bueno, involucrarte en 15 proyectos grandes y ya después hacer tu propio gran proyecto.
En Resumen fue una buena charla con una persona comprometida hasta de forma religiosa con su libertad y el derecho a la libertad de los usuarios de software.
Curiosidades de la charla:
No dejo al presentador que leyera su curriculum, quiso ir directo al grano inmediatamente, pidió que si tomábamos fotos quitáramos las etiquetas de geolocalización y que no las subiéramos a Facebook, instagram ni WhatsApp ya que llamo a estos los tentáculos del más grande monstruo contra la privacidad, ya que, dijo, te pueden reconocer incluso de espaldas.
Al final termino la charla vestido con una toga y un ancestral disco duro dorado en forma de areola en la cabeza representando a San iGNUacio santo De la Iglesia Emacs ( editor de código libre) y enemigo de VI (otro editor) por qué VI VI VI es el editor de la bestia (si captan la referencia ¿no?).
Al final invitó a las autoridades de la institución que lo invitó (UASLP) a implementar un programa para cambiar a software libre aunque tomara algunos años, cosa que, personalmente, veo muy difícil.
Fue una charla entretenida, en ratos divertida, pero sobre todo para reflexionar sobre el riesgo de usar todas esas aplicaciones a las que nos han acostumbrado para poder seguirnos controlando.
Si te interesa involucrarte con el movimiento de software libre, hay muchas formas, no necesitas saber programar, más informes aqui: http://www.gnu.org/
Muchas Gracias. Sarai López y su Sr. Esposo Francisco Torres por conseguirme el acceso.

Creo que algunos de mis amigos de la infancia ya no recuerdan ni las historietas ni la pregunta, pero a mí me complace decir que nunca crecí del todo, solo me creció el pelo en varias partes del cuerpo y un sentido de responsabilidad en el corazón, y tengo amigos que hicieron lo mismo: amamos a nuestras esposas e hijos, hacemos nuestro trabajo pero también seguimos leyendo historietas. Y yo sigo eligiendo a Batman.
Pero había algo en Superman que siempre me resultó un poco… déjenme ver. No decepcionante, no es eso lo que quiero decir, sino… ya sé, ya lo tengo: predestinado. Para mí era demasiado fuerte, demasiado capaz, tal vez porque yo era un chico que usaba gruesos anteojos o quizá porque el concepto de invulnerabilidad lo hacía ver como un héroe con una ventaja injusta (ser bueno debería ser siempre más difícil que ser malo). Tomemos, por ejemplo, el súper-aliento: ¿Es justo poder regresar Metrópolis a su lugar de un soplido después de que Lex Luthor la mandó al Atlántico con unos cohetes nucleares? Tal vez sí, pero a mí no me convencía del todo. Tenía su talón de Aquiles, por supuesto, pero era uno muy pequeño (al menos hasta que los editores empezaron a hacer confuso el asunto con la kryptonita roja, la kryptonita amarilla y no dudo que haya salido una kryptonita color pistache).
Creo que eso definió mi preferencia más que nada. Recuerdo los carteles de la primera película de Superman (¿se acuerdan de la primera película de Superman, allá cuando el mundo era joven y los dinosaurios caminaban por la Tierra?), esos que decían USTED CREERÁ QUE UN HOMBRE PUEDE VOLAR. Bueno, yo no. No lo creí en la película y tampoco lo creí del todo en las historietas (irónicamente, donde más estuve a punto de creerlo fue en la serie de televisión). Pero cuando Batman se tiraba por una soga hacia la guarida del Joker o impedía que el Pingüino soltara a Robin en un tanque de aceite hirviendo mediante un batibúmerang bien lanzado, yo lo creía. Éstas no eran cosas probables, lo concedo abiertamente, pero eran cosas posibles. Yo podía creer en un Cruzado Enmascarado que se colgaba de sogas, arrojaba búmerangs con una precisión letal y manejaba como Richard Petty llevando una mujer embarazada al hospital.
Aunque eventualmente le dieron su propia revista, era y sigue siendo con Detective Comics con lo que más asocio a Batman en mi mente. Él era un auténtico detective: al negársele todas las características divinas y la supuesta inmortalidad de los superhéroes, esos olímpicos modernos, tenía que ser un detective. No podía basarse en el súper aliento para regresar a Gotham City a su lugar correcto después de que el crimen ocurriera: tenía que atrapar a The Riddler o al villano que fuera antes de que pudiera encender los cohetes nucleares. Como Sherlock Holmes, Batman buscaba los rastros que dejaban los maleantes, tomaba huellas digitales, recogía cabellos de la escena del crimen y tomaba testimonios. Llevaba archivos -también Holmes- del modus operandi de varios criminales. Buscaba patrones, sabiendo -como todos los grandes detectives- que si puede encontrar un patrón, se puede estar ahí, esperando al criminal en su siguiente objetivo. Batman vivía de su ingenio, combatía y desarmaba -a veces brillantemente- a algunos de los más grandes villanos jamás creados, impedía todo, desde grandes robos de joyas hasta planes para secuestrar perros… y a la vez se las arreglaba para vivir otra vida al mismo tiempo, la de Bruce Wayne, prominente filántropo. Reunía dinero, en los 60 elevó su conciencia social y hasta educó a un protegido, Dick Grayson. Ah… y otra cosa. Tal vez el verdadero motivo por el que Batman me gustaba más que el otro tipo.
Como The Shadow y Moon-Man de las revistas pulp, como un vampiro, Batman era una criatura de la noche.
Desde la cancelación de la desagradable y bufonesca serie de televisión, hasta más o menos 1982, Batman vivió en un mundo de sombras no sólo como personaje sino como personaje de ficción publicado.
A lo largo de los últimos años, una o dos cosas han estado sucediendo: o nuevos fas se han interesado en las andanzas de Batman, o algunos de los viejos han vuelto sin hacer ruido. De cualquier forma, el impacto publicitario y las triunfales ventas de The Dark Knight Returns, probablemente la mejor pieza del noveno arte jamás publicada en una edición popular, parecen haber asegurado el éxito de Batman. Para mí, eso es un gran alivio y un gran placer.





