jueves, enero 03, 2008

La programación Interna

Año con año, hacemos metas, no proponemos nuevas mejoras personales, pero ¿cuantas de estas cumplimos? me encontré por ahi este artículo desafortunadamente desconozco las fuentes, por eso no las menciono, pero creo NOS puede ser de utilidad:

La Programación Interna

Es que jamás consigo todo lo que me propongo, es la queja más común entre quienes, año a año, intentan cumplir la larga lista de metas que se autoimponen. El resultado es por todos conocidos: frustración, falta de estímulos para intentarlo de nuevo. Se merman las ganas de hacer cualquier esfuerzo por ser mejor. Según expertos en este tema, los humanos tendemos a motivarnos cuando empieza un nuevo ciclo de vida... ¡Qué mejor oportunidad que aprovechar estos días de descanso para programar nuestro año nuevo, mismo que se nos regala completamente en blanco, ¡listo para estrenar!

El orden

Hay que recordar el porqué conviene tener un programa personal. Simplemente por orden mental. Y, como nos lo recuerdan Dan y Linda Popov, autores de Las virtudes familiares (Editorial Vergara), ser ordenado significa ser organizado. Es planificar algo de modo que funcione, seguir el buen camino y hacer las cosas paso a paso, en vez de andar en círculos. ¡Claro!, cuándo se es ordenado, todo resulta más fácil. Trabajar con orden no significa que éste se transforme en el fin, aclara por su parte el pedagogo español David Isaacs, autor de una abundante bibliografía sobre el tema de la educación. Si se entiende el orden en la familia como una jerarquía de los mismos objetivos de mejora planteados para conseguir una convivencia adecuada, es muy diferente que
considerarlo como una necesidad derivada de una manía, afirma. Es decir, el orden es una herramienta que busca ayudarnos a ser más eficientes.. . no una pesada cadena que sepulta la espontaneidad. Así las cosas, nos es fácil concluir que cuando se
logra vivir con cierto orden, uno puede ocuparse de lo que nos interesa cambiar y planificar su solución. Hasta las cosas más difíciles se pueden lograr si se empieza con un programa claro y concreto.
¿Por dónde empezar?
Ahora que están tan de moda la Palm -u organizadores personales electrónicos- pues no estaría nada mal ¡aprender a usar una! Si no se puede contar con este avance tecnológico, se sugiere una agenda o un cuaderno para anotar las metas de cada mes.

Luego, tal como lo recomiendan en algunos cursos de programación personal, conviene escribir todo lo que nos gustaría lograr. Es decir, anotar tal como las vamos recordando, una tras otra cada una de las metas o pendientes que tenemos: ordenar el clóset de blancos; ser más paciente; comprometerme con alguna institución de ayuda a terceros; aprender repostería fina o empezar a practicar una actividad deportiva... Todo se vale. Lo importante en esta primera fase es la de vaciar literalmente todo lo que tenemos en la cabeza.

Segundo paso: jerarquizar. De todo lo que anoté, ¿qué es lo más importante que debo lograr o cambiar para ser mejor persona? Y es aquí cuando los valores personales entran a jugar un papel fundamental. ¿Qué es lo más importante para mí? Conviene, también, identificar metas en tres áreas de nuestras relaciones:
a) Con uno mismo.
b) Con la familia.
c) Con los que me rodean en el trabajo/escuela.

En cada una, se recomienda fijar no más de tres objetivos. Cuando uno se fija sólo metas materiales y no las consigue, es más fácil deprimirse. Y, si se consiguen, tras un tiempo de efímera felicidad, se vuelve a sentir un vacío, una necesidad de algo nuevo. Es fácil caer en el espiral de querer tener más y más, confundiendo el tener con el ser más. En cambio, cuando nos esforzamos para ser mejores (más pacientes con los hijos; más bondadosos con los padres; más generosos; más comprometidos con el prójimo) nunca se puede uno saciar. Recordemos que el ideal es como un horizonte en eterno retroceso... cada vez que creemos acercarnos a éste, se nos aleja y buscamos seguir esforzándonos.

Pasos concretos
Siguiendo con el programa, una vez identificadas las metas más trascendentes, por decirlo de alguna manera, se recomienda escoger sólo tres o dos de ellas y anotarlas en una página en blanco. Luego, se escriben dos o tres medios concretos con los que se pueden conseguir esas metas... y se especifica cuándo, dónde y cómo se quieren conseguir. Es importante recalcar que las fórmulas mágicas no existen. Sólo el empeño personal constante y concreto es lo que hace la diferencia.

Tercer paso: volver a la lista original que escribimos y seleccionar aquellos pendientes que dejamos en la categoría de menos importantes. Escoger tres o cuatro y poner un plazo para cumplir cada uno de ellos, cada tres o cuatro meses. Ejemplo: suscribirme a x revista en enero; cambiar las cortinas en marzo; leer tal libro antes de julio; eliminar de mi clóset (casa) todo lo que no use y regalarlo a una institución, máximo en septiembre; etc.

El tener plazos es una de las claves del éxito de cualquier programación personal. Por esto, lo que más recomiendan los asesores en aprovechamiento del tiempo, es la revisión periódica de la agenda y la reprogramación de las metas, ajustándolas a
circunstancias o eventualidades no previstas.

Por último, se recomienda ser muy breve en la elaboración del programa de reforma o de cambio personal. No más de una cuartilla de extensión. La síntesis obliga a mantener un orden mental y con un solo vistazo, podemos evaluar rápidamente qué tal vamos cumpliendo lo que nos propusimos.

¡Ánimo y manos a la obra! Que todo lo que se proponen, se vea coronado con la satisfacción de, al menos, haberlo intentado!

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